martes, 5 de abril de 2022

6. Preparación del terreno, siembra y plantación

 Para que las plantas se desarrollen correctamente, necesitan un suelo fértil y de ello depende en gran medida la preparación del terreno. Conoceremos técnicas para aumentar la fertilidad del suelo y también aprenderemos a planificar nuestros cultivos.


El suelo es el elemento más importante para la agricultura ecológica, es el órgano que nutre las plantas y el espacio vital donde estas se desarrollan. El éxito del huerto dependerá en gran medida de la fertilidad y la salud del suelo.


Para entender cómo funciona La fertilidad de un suelo, sólo tenemos que fijarnos en los diferentes ambientes que existen en la tierra, por ejemplo, en un suelo rocoso con un alto grado de insolación y un bajo grado de humedad, apenas crecerá la vegetación ya que la fertilidad no está presente y sólo prosperarán aquellas que hayan desarrollado mecanismos adaptativos para tales condiciones. En cambio, donde la temperatura es más baja y la humedad más elevada podemos observar que los suelos son más profundos, es en este tipo de hábitats en los que el tipo de vegetación es más frondosa y abundante.


En estas zonas, donde hay más fertilidad pueden desarrollarse todo tipo de formas vegetales como hierbas, árboles o arbustos, que crecen sanos y resistentes, lo que les permite florecer y fructificar año tras año.


Entre las labores más importantes que se realizan en la agricultura, sin duda una de ellas es la preparación del suelo, es decir, los trabajos que debemos de llevar a con el objetivo de favorecer y mejorar sus características.


Con la preparación del terreno conseguiremos que exista una buena relación entre el suelo, el agua y el aire que circula entre ellos para que nuestras plantas crezcan de manera óptima.



1. ¿Qué es el suelo?

El suelo, no sólo es el soporte en el que plantar los cultivos, es un elemento vivo que se transforma y evoluciona constantemente, un ecosistema único en el que viven millones de organismos que interactúan entre ellos y con el medio en el que se encuentran.




EL SUELO, FUENTE DE VIDA



Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO):


El suelo es el fundamento del sistema alimentario: el 95% de nuestros alimentos proviene del suelo. Nuestros suelos son la base de la agricultura y el medio en el que crecen casi todas las plantas productoras de alimentos. Si están saludables, producen cultivos sanos que a su vez nutren a las personas y los animales.




PROCESO DE FORMACIÓN DE UN SUELO



No todos los suelos son iguales y lo que los diferencia son básicamente dos factores, la roca a partir de la que se ha formado y el impacto que ha ejercido sobre la misma el clima de la zona donde se ha formado. El proceso se inicia a partir de las rocas que conforman forman el terreno, éstas a través de los años se han ido descomponiendo por la acción de clima, la erosión del agua y del viento, pero en esta fragmentación de la roca madre también intervienen los microorganismos.


Las partículas procedentes de la descomposición de las rocas dan lugar a partículas de diferentes tamaños como arena, limo y arcilla. Estos componentes son capaces de retener los nutrientes y los minerales que las plantas necesitan para su desarrollo.


En el suelo se suceden muchos procesos químicos y biológicos. La materia orgánica que llega al suelo bien sea de origen animal o vegetal, es descompuesta por la acción de los microorganismos, hormigas, lombrices, etc. y transformada en elementos minerales dejándolos a disposición de las plantas para que éstas puedan asimilarlos fácilmente de forma gradual.

1. ¿Qué es el suelo?

1.1. Textura y Estructura del Suelo

¿Qué es la estructura de un suelo?


 La estructura es la forma en que las partículas del suelo se unen para formar granos de mayor tamaño, llamados agregados. Decimos que un suelo tiene una buena estructura cuando permite la libre circulación de agua, aire y una buena actividad microbiana para el correcto desarrollo de las raíces de las plantas.


¿Qué es la textura de un suelo?


La textura de un suelo viene determinada por el tamaño de las partículas de éste y, dependiendo del tamaño, nos podemos encontrar con arena, limo y arcilla. El tipo de textura depende de la proporción en la que se encuentren presentes cada una de ellas. Existen muchas clases de texturas, las más comunes son: arenosas, arcillosas, limosas o francas entre otras.


Un buen suelo es aquel con una textura equilibrada y con una buena estructura que deja suficientes poros de todos los tamaños para que circulen el aire y el agua.


No importa el tipo de suelo base del que partamos, recordad que siempre podemos mejorarlo y hacerlo apto para el cultivo:


Agregando materia orgánica regularmente desarrollaremos una buena estructura y generaremos una textura granular idónea para nuestros cultivos. Además, tendremos un suelo lleno de VIDA.

2. La Preparación del Terreno

La principal función al trabajar el suelo de nuestro huerto es proporcionar las condiciones óptimas para el crecimiento y desarrollo de las plantas.


Con una buena preparación del terreno se forma una estructura granular que permite el almacenamiento y absorción de agua y una rápida descomposición de materia orgánica. También aumenta la porosidad del suelo, haciendo que las plantas tengan la facilidad de profundizar y desarrollar sus raíces.


La aireación del suelo es también muy importante, ya que las raíces y los microorganismos también respiran. Los poros del suelo contienen una mezcla de gases y agua que conforman la atmósfera del suelo, por eso es tan importante la porosidad.


En resumen, lo que buscamos es conseguir un suelo esponjoso, que retenga el agua sin encharcarse y que sea capaz de retener los nutrientes.


Debemos tener en cuenta que la vida de la tierra se produce principalmente en los 15-25 cm. primeros de suelo, que es la capa fértil de la tierra, es decir, dónde se encuentra la materia orgánica, con lo cual no es necesario profundizar demasiado cuando realicemos las labores de preparación

2.1. Conociendo Nuestro Suelo
Como se ha comentado anteriormente, el suelo es de vital importancia para el éxito de nuestros cultivos, por eso es necesario conocer qué tipo de suelo tenemos, cuáles son sus características y propiedades para saber si es apto para labores de agricultura.

Situaciones más habituales:


Nuestro terreno se encharca con facilidad (terrenos arcillosos):

Esto ocurre porque las partículas que componen el suelo son muy finas, retienen el agua y los nutrientes con facilidad, por el contrario, el aire no circula y el suelo se compacta, dificultando la penetración y desarrollo de las raíces. El suelo arcilloso a menudo es llamado “suelo pesado”.

Nuestro terreno es arenoso:

Los suelos arenosos son los llamados “suelos ligeros”. El contenido de nutrientes suele ser bajo. Son suelos tienen que ser regados con mucha asiduidad porque no son capaces de retener el agua. Al ser de textura gruesa poseen mucha aireación y se secan rápidamente.

Apenas tenemos suelo:

La cantidad de suelo es insuficiente para poder cultivar en él. Y sólo prosperan algunas plantas adventicias (malas hierbas).

Nuestro terreno es de buena calidad:

Es lo que se denomina terreno franco. Es sin duda el suelo ideal para cultivar, combina de manera óptima las cantidades de limo, arcilla y arena. El suelo tiene una buena circulación de aire y agua, siendo capaz de retener y poner a disposición de las plantas los nutrientes.

Cultivamos en mesas de cultivo, bancales elevados o contenedores:

En estos casos el suelo es inexistente siendo necesaria la utilización de mezclas adecuadas para este tipo de sistemas de cultivo.

2.2. Cómo Preparar el Terreno de Nuestro Huerto
La mejor época para realizar las tareas de preparación del terreno es en otoño, aunque puede realizarse en cualquier momento.

Actuaciones necesarias:


Limpieza y desescombro: retiraremos piedras grandes, plásticos, basura o cualquier otro elemento que resulte un estorbo.

Eliminación de malas hierbas: para facilitar esta tarea regaremos el terreno el día anterior, al día siguiente y con el suelo húmedo las arrancaremos a mano, si alguna se resiste podemos utilizar la azada. Para evitar que rebroten, es mejor arrancarlas que cortarlas. Si en cambio nuestro terreno está cubierto de hierbas y éstas son grandes, es conveniente utilizar una desbrozadora mecánica o una hoz. Una vez cortadas, las retiraremos y si disponemos de un compostador, las depositaremos en él.

Labrado del terreno: para realizar esta labor el suelo deberá estar en “tempero”, es decir, que no deberá estar ni muy húmedo para que no se pegue las herramientas, ni muy seco, ya que resultará difícil el labrado y se formarán terrones de tierra apelmazada. Para conseguir que el suelo esté en tempero regaremos la tierra abundantemente y pasados 2-4 días, dependiendo del calor y la humedad ambiental, se podrá trabajar con facilidad y nos quedará aireada, mullida y sin terrones. Para saber si la tierra está en tempero, tiene que estar húmeda sin que se nos pegue a los dedos al pellizcarla, o sea, que se desmenuce fácilmente. Si nuestro terreno es pequeño, esta tarea la podremos realizar con una azada, si por el contrario la superficie es más grande, nos resultará muy útil hacerla con la ayuda de un motocultor.

Despedregado profundo: al remover la tierra pueden aflorar algunas piedras que deberemos retirar.

Incorporación de materia orgánica: la cantidad a aportar dependerá del suelo base del que partamos. En un suelo en condiciones normales necesitaremos unos 4-5 kg de estiércol muy maduro, compost o humus de lombriz por metro cuadrado (solos o combinándolos). Para una tierra que nunca se ha cultivado o que es muy pobre, tendremos que aportar más cantidad, llegando a unos 10-15 kg por metro cuadrado. Este es un buen momento si tenemos que mejorar la estructura del suelo, aportando arena, por ejemplo.

Labramos de nuevo: para mezclar todos los componentes que hemos aportado hasta conseguir un suelo suelto y bien mullido.

Allanado del terreno: con la ayuda de un rastrillo allanaremos el terreno y nuevamente eliminaremos los guijarros que puedan quedar.

Trazado de surcos, bancales, estructuras, etc.: marcaremos en el suelo los surcos, bancales, etc. en los que se sembrar o trasplantar las hortalizas. Para delimitarlos podemos ayudarnos de estacas y cuerdas.

Levantamiento de surcos, etc.: ahora que ya tenemos divididos los espacios de cultivo, procederemos a hacer los surcos o caballones, bancales, etc.

Instalación de riego: Cada tipo de huerto precisará de un sistema de riego, con lo cual el tema es bastante extenso. En internet existen infinidad de manuales que nos podemos descargar para montar el sistema más adecuado para nuestro tipo de huerto.

 
Acerca del riego:

El más utilizado por su comodidad es el sistema de riego por goteo, ya que podemos programarlo en función de las necesidades de nuestras plantas. En cuanto a la frecuencia y duración del riego, será variable en función de la época del año y condiciones climatológicas puntuales (por ejemplo, si llueve). Como orientación, el realizar tres riegos cortos al día con un tiempo de 10 minutos es muy interesante.

Por otra parte, si al principio de cada línea disponemos de una llave de paso, nos permitirá el paso de más o menos agua, cerrar la línea, etc. para adaptar puntualmente las necesidades de cada planta.

2.3. Tipos de Sustratos
Arena de río: Apenas retiene el agua. Se usa para aumentar el drenaje en suelos que se encharcan y para que no se compacte el terreno. No aporta nutrientes a las plantas.

Tierra vegetal: Se trata de tierra proveniente de antiguas zonas de cultivo o huerta, que es apta para el cultivo y que, por poseer bastante materia orgánica, aporta nutrientes a las plantas. Cuando instalamos un huerto, suele ser el sustrato básico sobre el que trabajaremos.

Humus de lombriz: Es un humus obtenido a partir de restos orgánicos que son procesados por las lombrices. Es uno de los mejores fertilizantes naturales que existen. que mejora las propiedades del terreno aportando nutrientes y dando una textura adecuada. Podemos obtenerlo nosotros mismos.

Estiércol: Es el nombre con el que se denomina a los excrementos de animales que se utilizan para fertilizar los cultivos. Los estiércoles están formados por una mezcla de excrementos de animales (sólidos y líquidos), la cama de los corrales (paja, serrín) y a veces el agua de limpiar los establos. Existen muchos tipos de estiércol como por ejemplo el de cabra, caballo, vaca, oveja, conejo, gallina o cerdo.

Estiércol fresco: Es aquel tipo de estiércol en el que se distingue perfectamente la cama de los excrementos.

Estiércol descompuesto: Es el que suele estar expuesto al sol durante 1 o 2 meses y el resultado final es un estiércol que no huele y que ya no fermenta más por lo que se puede aplicar directamente a la tierra y las plantas sin preocuparnos de que queme a las plantas. Tiene una alta capacidad para retener el agua. Aporta esponjosidad al terreno y muchos nutrientes a las plantas, sobre todo nitrógeno.

En función de la cantidad de los sustratos mencionados anteriormente que necesitemos, será recomendable adquirirlos en uno u otro establecimiento. Si se trata de pequeñas cantidades, podemos comprarlo en centros de jardinería. Normalmente se venden en sacos de entre 5 y 80 litros. Si necesitamos volúmenes más grandes recurriremos a proveedores (suele ser más económico). Nos lo pueden suministrar a granel, o en sacos tipo “Big-bag”. Podemos pedir que por ejemplo si necesitamos tierra vegetal y arena que nos traigan la mezcla ya hecha.

En cuanto al estiércol, muchas veces puede que la granja en cuestión nos lo regale y en este caso sólo tendremos que pagar los portes.

2.4. Tipos de Estiércoles
A continuación, se describen algunos de los estiércoles más utilizados en el huerto. Una forma natural y barata de fertilizar nuestro huerto escolar.

Estiércol de Cabra u oveja: Es el mejor estiércol que podemos aplicar debido a la cantidad de nutrientes y minerales que contiene. Además, este estiércol suele ir acompañado de paja, que siempre va bien para airear la tierra. 

Dosis: 0’5 -2 Kg / m2

Estiércol de Caballo: Es un estiércol bastante pobre en nutrientes por eso es mejor combinarlo con otro tipo de estiércol. Se debe dejar secándose al sol hasta que deje de fermentar y deje de oler. Aporta mucha esponjosidad al terreno y como no es tan fuerte, podemos aportarlo con la seguridad de que no quemará nuestras plantas.

Dosis: 1 -5 Kg / m2

Estiércol de Vaca: Es uno de los más utilizados por la agricultura convencional pese a que no aporta tantos nutrientes, se añade más cantidad que los anteriores descritos. Este estiércol se suele usar para calentar el suelo en los lugares más fríos y que las plantas no se resientan. Normalmente no se espera a que se fermente, sino que se aplica lejos de las plantas para no quemarlas.

Dosis: 1 - 5 Kg / m2

Estiércol de Conejo: Es un estiércol bastante ácido y fuerte por lo que es mejor no aplicarlo hasta que esté varios meses expuesto al sol.

Dosis: 0’1 - 0’4 Kg / m2

Estiércol de gallina: Más conocido como gallinaza, también es uno de los mejores estiércoles para el huerto, pero debemos tener precaución al utilizarlo. Tiene mucho nitrógeno y también contiene una buena cantidad de potasio y fósforo. Pero el alto contenido de nitrógeno en el estiércol de las gallinas es peligroso para las plantas si el estiércol no se ha compostado adecuadamente. Al ser tan fuerte, puede quemar e incluso matar las plantas.

Dosis: 0’5 –1´5 Kg / m2

3. Siembra y Plantación
Una vez que tengamos el suelo preparado podemos proceder a realizar las siembras y la plantación.

 
LA SIEMBRA

TIPOS DE SEMILLAS

Semillas híbridas: son conocidas como semillas F1 y han sido obtenidas mediante polinización cruzada. Este tipo de polinización puede ser forzada por el hombre o producirse de manera natural, siendo el viento o los insectos los encargados del intercambio de polen. Las semillas que obtengamos de estas plantas serán difíciles que germinen, o lo harán dando como resultado una planta con unas características muy diferentes a su antecesora.

Semillas transgénicas: son semillas que han sido manipuladas genéticamente para alterar y mejorar sus características y fortaleza. Al igual que las híbridas, se deben volver a comprar cada temporada, ya que las semillas de la nueva generación son estériles.

Semillas tratadas: suelen estar cubiertas por una capa de fungicida u otro compuesto químico para favorecer su germinación. Al estar tratadas con químicos, no se consideran ecológicas.

Semillas ecológicas: Son aquellas que no han sufrido modificación genética por parte del hombre. Provienen de una planta ecológica y se han producido sin utilizar químicos ni fertilizantes sintéticos. Estas semillas darán origen a plantas de las cuales saldrán semillas viables y que podremos reproducir con la seguridad de que sus características serán similares a sus antecesoras.

Si queremos producir plantas sanas y robustas tendremos que aseguramos que partimos de semillas ecológicas de confianza y de buena calidad. Podemos obtenerlas nosotros mismos y guardarlas año tras año, de esta forma no tendremos que comprarlas. También podemos recurrir a los agricultores de la zona, que seguramente estarán encantados de proporcionarnos unas pocas semillas para empezar. Si tenemos que comprarlas, nos aseguraremos de que son de procedencia ecológica.

ÉPOCA DE SIEMBRA

Cada especie requiere de unas condiciones para germinar y desarrollarse. A la hora de planificar nuestros cultivos será muy importante disponer de un calendario de siembra para saber cuál es la mejor época para sembrar nuestras semillas.

PROFUNDIDAD DE SIEMBRA

Como norma general la profundidad de siembra de las semillas debe ser tal que una vez sembradas, quede sobre ellas una capa de tierra igual a su longitud. Si se siembra a demasiada profundidad le costará mucho salir y puede que se agote antes de hacerlo, en cambio, si se siembra muy superficialmente puede ser que la semilla se seque y no germine.

Por ejemplo: las semillas grandes como habas y judías se pueden enterrar entre 1 y 2 cm de profundidad. En cambio, las semillas pequeñas como las de lechuga o tomate deben estar a 1 o 2 milímetros, casi superficialmente.

 3.1. Tipos de Siembra
SIEMBRA DIRECTA EN EL TERRENO

La siembra directa en el terreno se realiza cuando es la época adecuada según la especie o variedad (calendario de siembra). Antes de sembrar prepararemos el terreno eliminando malas hierbas, piedras, terrones, etc. y removeremos un poco la tierra para que quede más esponjosa y mullida. Si la tierra tiene cierto grado de humedad, mucho mejor. Una vez tenemos el suelo preparado podemos sembrar de tres formas:

Siembra en hoyos: Se van cavando pequeños hoyos equidistantes y a una profundidad que dependerá de las semillas. Se depositan 2-3 semillas por hoyo y posteriormente se cubre con un poco de tierra. Luego se riega ligeramente.

Siembra en línea o a chorrillo: Consiste en realizar surcos superficiales, los cuales podemos hacer con un trozo rectangular de madera o con un palo. Dejaremos un espacio mínimo entre las líneas, el suficiente para que una vez las plantas crezcan no se estorben entre. Una vez hechos los surcos se van echando en su interior las semillas. Finalmente se cubre todo con un poco de tierra y se riega con cuidado para que el agua no arrastre las semillas.

Siembra a voleo: en este caso se depositan las semillas sobre la superficie repartiéndolas de manera homogénea, después se cubren con una capa fina de tierra y finalmente se riega con cuidado.

 

SIEMBRA EN SEMILLEROS


Consiste en sembrar nuestras semillas en bandejas o contenedores en vez de plantarlas directamente en el suelo.

La siembra en semilleros nos permite germinar las semillas en condiciones vigiladas, es en esta primera etapa cuando las plantas necesitan más cuidados. Además, cuando llega el momento de trasplantarlas nos permite elegir las plantas más vigorosas y sanas.



SUSTRATO PARA LOS SEMILLEROS


Para que nuestras semillas germinen sin dificultad deberemos preparar un sustrato específico, para ello mezclaremos una parte de arena, otra parte de tierra y otra parte de compost o humus de lombriz. Mezclaremos bien los tres ingredientes y después utilizaremos un colador o un cedazo para tamizar la mezcla y dejarla fina, libre de terrones que puedan perjudicar el crecimiento de la plántula.



REALIZACIÓN DE LOS SEMILLEROS


Una vez preparada la mezcla pasamos a rellenar los recipientes o bandejas. Lo ideal es rellenar hasta medio centímetro por debajo del borde de las bandejas. No es necesario presionar el sustrato, es preferible que este quede esponjoso y mullido.

Una vez hayamos rellenado las bandejas o contenedores, vamos haciendo pequeños hoyos que tengan el doble de profundidad del grosor de las semillas que vamos a sembrar. A continuación, depositaremos 2-3 semillas por cada alveolo, finalmente las cubrimos con sustrato con cuidado de no presionarlo en exceso.

Para poder identificar las plantas cuando germinen, pondremos etiquetas con el nombre de cada variedad que hayamos sembrado.



RIEGO DE LOS SEMILLEROS


Deberemos regar las bandejas o contenedores con mucho cuidado, a poder ser con una regadera de chorros muy finos y con cuidado de no remover la tierra. Es preferible realizar el riego en varias veces para que el sustrato se vaya hidratando poco a poco y quede bien regado.

Es importante que controlemos el aporte de agua durante la germinación y el crecimiento de la plántula comprobando que el sustrato tiene siempre un poco de humedad.



PROTECCIÓN DE LOS SEMILLEROS


Para favorecer la germinación colocaremos nuestros semilleros protegidos de viento y de la luz directa del sol. Cuando las semillas germinen y broten las primeras plántulas, las iremos exponiendo de forma progresiva a la luz. Pasadas dos semanas ya las podremos dejar expuestas a la luz solar, siempre vigilando que no les falte agua y que el sol no las queme.



CUIDADOS


El control de la humedad es muy importante ya que el exceso de agua puede producir hongos en los semilleros. 



COMO ADELANTAR NUESTROS CULTIVOS


Si queremos adelantar nuestros cultivos unas semanas, podemos poner nuestras bandejas o contenedores en un invernadero, teniendo en cuenta que deberemos airearlo un poco cada día para evitar el exceso de humedad.

3.2. La Plantación
CALENDARIO DE CULTIVO


Al igual que ocurre con las siembras, deberemos saber cuándo están listas las plantas para ser trasplantadas y cuál es la época más adecuada para hacerlo.

Si, por ejemplo, por querer adelantar nuestros cultivos de tomates o pimientos los trasplantamos demasiado pronto corremos el riesgo de que las plantas se hielen o se resientan por el frío.

MARCO DE PLANTACIÓN

El marco de plantación nos indicará la separación que debe haber entre las plantas para que se desarrollen con normalidad. Esto es importante porque influye en aspectos como la cantidad de luz que reciben las plantas o la competencia por los nutrientes del suelo. Para reducir el riesgo de plagas y enfermedades las plantas precisarán de una buena ventilación y aireación. Con un marco de plantación adecuado los cultivos serán más productivos y sanos.

El marco de plantación se obtiene de la combinación entre la distancia entre las plantas y la forma de distribuirlas. Existen varios sistemas de plantación, los más utilizados en el huerto son los siguientes:

PLANTACIÓN A TRESBOLILLO

Se ponen las plantas en filas paralelas, de modo que cada planta de una fila quede frente a un hueco (entre dos plantas) de la fila siguiente.

PLANTACIÓN A MARCO REAL

Se ponen las plantas en filas paralelas, de modo que cada planta de una fila quede frente a una de la fila siguiente.

 

PLANTACIÓN


Cuando nuestras plantas germinadas ya tengan varias hojas verdaderas y su altura sea superior a la del envase que las contiene, es el momento de hacer el trasplante, respetando los marcos de plantación, y para ello procederemos de la siguiente forma:

Para facilitar la extracción del cepellón del alveolo sin dañar las raíces, el día antes del trasplante regaremos la bandeja o contenedor.
Sacaremos la planta del contenedor cogiéndola por la base del tallo y tirando suavemente de ella.
Con una azadilla abriremos un pequeño hoyo y depositaremos en él la planta. A continuación, cubriremos con tierra la planta hasta la base del tallo, apretándola, pero sin pasarnos para asegurarnos de que no queden bolsas de aire.
 RIEGO DE PLANTACIÓN

El primer riego tras el trasplante tiene que ser abundante, para que el sustrato se asiente y las raíces queden completamente en contacto con el suelo.

ACOLCHADO

Finalmente cubriremos el suelo con paja. El acolchado ayudará a conservar el calor del suelo en invierno y el frescor en verano, mantiene la humedad, evita la proliferación de malas hierbas, evita la erosión y favorece la actividad biológica del suelo y además aumenta la biodiversidad en el suelo.


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